
Ilustración copyright Andrea Paola Castillo
Este blog nació con la idea de curarse: Hay muchas maneras de curarse, hay mucho de lo cual curarse…
Me gustan las plantas... me gusta la escritura...y descubrí que las dos producen ese efecto curativo. Me gustan sus colores, sus olores, las historias que nos cuentan de ellas o sobre ellas, los viajes que han hecho... Los encuentros entre las dos, son historias: puede ser el recuerdo de aquel secreto que nos insuflaron nuestros ancestros antes de que lo olvidáramos… los olvidáramos. O el recuerdo que sigue intacto en la memoria, porque hacen parte de eso que llamamos identidad. La sábila que mi madre ponía detrás de la puerta que nunca entendí...a pesar de las mil veces que le pregunté por ella, el eucalipto para los pulmones, la yerba buena para las aromáticas...y la ruda... planta de brujas, de curas, planta mágica para la menstruación, para el equilibrio... sóla o mezclada...mil veces revisitada.
De éste lado del océano, del viejo mundo, donde las plantas obedecen a otros nombres, recuerdan otras historias: la del perejil, la albahaca, el tomillo.. Las plantas se cruzan todo el tiempo en nuestro recorrido : comiéndolas, tomándolas, consumiéndolas, o sólo viéndolas, sintiéndolas, nombrándolas, presintiéndolas. Y producen un efecto mágico. Esas son las historias. Muchas de ellas cuentan las relaciones que se tejen entre las dos o las tres (las plantas, las historias y yo) son solo mías. Otras son historias con el nombre de una planta, solo por el placer de la evocación. Lecturas del mundo que hacemos y que corresponden a una cierto tramado de nuestro ser. Un cúmulo de experiencias, de sentimientos que se hacen cuerpo. Empezando por el origen, el árbol…
Lo que escribo son pues, los cuentos que me cuento, o de lo que veo que otros se cuentan, mi percepción en todo caso, con todo lo que se revela y se rebela a través de las lecturas, las perspectivas, las palabras y los silencios. Lo que nos queda en el corazón y en la memoria es materia para la escritura. Con todo su peso o toda su levedad, con la angustia del olvido también y de lo que aflora sin que la conciencia se de cuenta. Cuente.
Y sabiendo que hay cosas que no pasan por la palabra. Encuentros indecibles. Que no cuentan, y que no se pueden contar. Pero que afloran, diría, a pesar de la palabra, en sus filigranas. Haciendo eco de las otras historias o de los otros cuentos, de todos los otros y las otras. A buen entendedor….
Simplemente una historia…nada más ni nada menos que una historia…
Se trata de creer en cuentos...en encuentros que llegan de manera fortuita, siempre fortuita y siempre en el buen momento...
Se trata de creer en cuentos pero no en todos los cuentos....
Se trata de contar (se) cuentos, construir historias para hacerse o para deshacerse, relatos que aten nuestra historia común, lo que permanece y lo que cambia que es particular y universal también.
Se trata de intuir que el mundo nos habla... está en permanente comunicación y cambia...
Se trata de buscar espejos para acercarse o para alejarse, a través de una escritura performativa que haga lo que diga...
Viajes interiores y exteriores hechos de intuición y de historia de historias